El mercenario profesional Dare Macintosh tenía una
regla que aplicaba a rajatabla: los negocios no debían convertirse nunca en un
asunto personal. Si el motivo y el precio eran de su agrado, aceptaba la misión
que le estuvieran ofreciendo. Sin embargo, cuando la encantadora Molly
Alexander le pidió que la ayudara a encontrar a los hombres que la habían
secuestrado, Dare sintió por primera vez la tentación de combinar trabajo y
placer. Molly era una mujer muy independiente, y se había jurado que no
confiaría en nadie hasta que hubiera descubierto la verdad.
¿Podría ser su padre, un hombre poderoso de quien
estaba distanciada, el enemigo que la amenazaba? ¿O su antiguo prometido, que
todavía estaba resentido con ella? ¿O un lector y admirador contrariado por sus
novelas? A medida que el peligro iba cercándolos, Dare se convirtió en el único
apoyo de Molly. Sin embargo, lo que sentía por él podía ser lo más peligroso de
todo…
Atrapados en el fuego cruzado de la venganza y el
deseo…
A Trace Rivers, un mercenario especializado en
infiltrarse en organizaciones criminales, le encantaban las misiones bien
planificadas y el derroche de adrenalina. Primero, pensaba ganarse la confianza
de Murray Coburn, un empresario corrupto, y a continuación reunir las pruebas
necesarias para acabar con su red de tráfico de mujeres. Era un plan perfecto…
hasta que apareció la presunta hija de Coburn, dispuesta a vengarse de su
padre.
Pese a su cara de ángel, Priscilla Patterson no era
quien aparentaba ser. Pero tampoco lo era el atractivo guardaespaldas que hizo
arder todos sus sentidos. Priss y Trace tuvieron que aliarse para acabar con
Coburn mientras luchaban contra la irresistible atracción que había surgido
entre ellos. Porque un paso en falso, un solo error podía dejarlos a merced de
la ira de su cruel oponente.
La única mujer que no podía ser suya era la única a
la que deseaba...
Quizá fuera distante y más guapa que espectacular,
pero Alani Rivers era la clase de mujer a la que un mercenario tan fogoso y
apasionado como Jackson Savor no podía olvidar por más que lo intentara.
Así que, cuando se despertó junto a ella, desnuda y
en su cama, sin recordar lo que había sucedido, comprendió que alguien tenía
que haberlo drogado. Después de sufrir un secuestro, Alani había jurado no
volver a confiar en los hombres. Pero Jackson, aquel hombre fuerte e
irresistible, con su toque de ternura, le hacía desear que las cosas fueran
distintas.
Mientras seguía la pista de un misterioso
desconocido, Jackson juró que removería cielo y tierra para mantener a Alani
sana y salva. Pero ¿qué había sucedido de verdad esa primera noche? ¿Y la
verdad los uniría más de lo que creían posible o pondría a Alani en peligro de
muerte?
El
cazarrecompensas Spencer Lark conocía numerosos secretos sobre Arizona Storm.
Sabía, por ejemplo, que había sobrevivido a un infierno y que, como
consecuencia de ello, tenía problemas para confiar en los demás. Pero, para
sacar a la luz una red de tráfico de personas y seguir cobrándose venganza por
su trágico pasado, Spencer aceptó de mala gana que Arizona se ofreciera como
señuelo. Nada, sin embargo, lo había preparado para su hipnótica mezcla de
fragilidad y valentía, ni para el instinto protector que despertaba en él.
Arizona
quería recuperar su vida, y para ello debía actuar como cebo para tender una
trampa al enemigo. Era peligroso, claro, sobre todo teniendo a su lado a un
hombre tan atractivo como Spencer, capaz de distraerla de su propósito. Pero,
cuando su plan se puso en marcha y la química que había entre ellos entró en
acción, Arizona descubrió que tal vez fuera aún más peligroso entregar su
corazón a un héroe.
Alessa
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