Haría lo que fuera por mi trabajo soñado. Ahora tengo que hacerlo.
Para salvarme el pellejo en la oficina, soy forzada a venderlo en un club a ciegas exclusivo e ilegal.
Él pagó miles de dólares por una noche para poseerme, pero cuando la venda cae, quiero más. Más noches, más reglas y más de este hombre inaccesible e inflexible.
Regla número uno, no hacer preguntas.
Regla número dos, no mentir.
Pero, ¿la regla número tres? Esa es la más difícil de obedecer.
Soy la mujer por la que los hombres pagan miles de dólares para dormir. Hago lo que amo y lo hago muy bien.
Luego él entra y ofrece treinta mil dólares. Quiere hablar. Y besar.
Y llevarme a casa.
En una sola noche, este hombre lo pone todo al revés y me hace romper todas las reglas por las que he vivido para mantener a los hombres a distancia. Estoy a punto de aprender algunas lecciones de la
manera más difícil.
No burlarse de él.
No ponerle límites.
Y no creas que puedes elegir a quien amas.
Regla número dos, no mentir.
Pero, ¿la regla número tres? Esa es la más difícil de obedecer.
Soy la mujer por la que los hombres pagan miles de dólares para dormir. Hago lo que amo y lo hago muy bien.
Luego él entra y ofrece treinta mil dólares. Quiere hablar. Y besar.
Y llevarme a casa.
En una sola noche, este hombre lo pone todo al revés y me hace romper todas las reglas por las que he vivido para mantener a los hombres a distancia. Estoy a punto de aprender algunas lecciones de la
manera más difícil.
No burlarse de él.
No ponerle límites.
Y no creas que puedes elegir a quien amas.
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